En un mundo acostumbrado a titulares que parecen competir en extravagancia, la historia de Thaddeus Daniel Pierce no es un guion de Hollywood , aunque bien podría serlo. Nació en Tennessee en 2022, pero su concepción se remonta a un lejano 1992, cuando Bill Clinton aún tocaba el saxofón en campaña y las cámaras de fotos requerían carrete. En otras palabras: Thaddeus pasó tres décadas congelado, suspendido en el limbo criogénico, antes de dar su primer llanto. Un bebé recién nacido… con treinta años a cuestas. La paradoja es deliciosa: mientras su cuerpo apenas empieza a explorar la existencia, su “edad” como embrión supera la de algunos de sus pediatras. La ciencia de la fertilidad, que alguna vez jugó tímidamente con microscopios y pipetas, ahora se atreve a desafiar el tiempo mismo. El embrión de Thaddeus , preservado gracias a técnicas de criopreservación que parecen magia fría, sobrevivió tres décadas sin perder un ápice de viabilidad. Un récord que lo convierte, sin exagerar,...